Pues bien, tras treinta años he descubierto que los milagros no existen, pero al menos las otras dos premisas siguen siendo ciertas. Habrán familias más unidas, familias menos unidas, que se vean a diario o que sólo coincidan en fechas señaladas como esta, pero lo cierto es que si nos quitan la felicidad de estos días, se convertirían en días normales, en los que seguiríamos pensando en nuestro trabajo, o nuestra falta de él, o cualquier otra de nuestras preocupaciones cotidianas.
Espero que paséis estos días con la gente que os haga feliz, y con la que durante esos momentos que estéis juntos, sintáis que los problemas del día a día han sacado la bandera blanca para poder disfrutar todos de unas felices fiestas. Y es que, que sean o no felices dependerá de vosotros, y de los que os rodean. Pensad en algo bonito que hayáis vivido con esas personas, y al menos durante un instante ese recuerdo os invadirá, y podréis decir que habéis sido felices, y eso no os lo puede ni podrá quitar nadie.